domingo, 29 de junio de 2008

Una noche en la ópera




Mi idilio con la ópera comenzó en cuarto de carrera gracias a la optativa música escénica impartida por un implacable Emilio Ros, al que podría criticar durante horas, pero al que yo ahora y siempre recordaré como la persona que me introdujo en tan sublime arte. Con Emilio Ros llegábamos a quedar hasta los sábados por la mañana en la facultad de letras para tragarnos todas las óperas del mundo en dvd. Nos reímos con el Barbero de Sevilla, nos identificamos con Fidelio y su lucha por la libertad, nos emocinamos con la Traviata y me enamoré perdidamente de Giacomo Puccini y sus heroinas. En el tapeo de los sábados siempre se tarareaba el aria de turno.
El domingo pasado tuvimos la oportunidad de disfrutar de lo lindo con una madame butterfly que podríamos calificar de quasi perfecta, de no ser por un Pinkerton que hubo de ser sustituído a última hora por una mediocre actor sin apenas voz. Butterfly y Suzuki se ganaron el corazón de todos los asistentes con sus espectaculares voces y sus sutiles movimientos y gestos. Ellas, el coro, la evocadora música del maestro y la autenticidad de una escenografía exenta de artificios consiguieron despegarnos a todos de la silla y trasladarnos al más profundo Japón.Todos ellos tuvieron mucho mérito sobre todo, por conseguir trasladarnos a nosotras las asistentes: Mariángeles, su amiga Carmen, la Kiki (Butterfly II), mi madre, Bea y yo, que tuvimos ese día tal sinfín de contratiempos que a puntito estuvimos de quedarnos sin velada. A saber:hacerse con las entradas físicas, compradas desde noviembre al módico precio de 75 euros cada una y con una situación en platea espantosa, que nosotras creímos que eran en principio para el domingo 22, pero que a tiempo nos dimos cuenta de que eran para el viernes 20 (como comprobareis más adelante estábamos lo que se dice muy informadas del día y la hora);nos supuso movilizar a la oficina de unicaja de los naranjos por entero, desde super Pérez (padre de Bea,de profesión santo varón) hasta el señor director Marcos vía teléfono y fax. Y todo porque una servidora había solicitado una tarjeta nueva cansada de que la anterior la dejara tirada día sí y día también. Super Pérez convino que lo mejor era anular ésta y solicitar una nueva. Craso error: si has comprado algo por internet con una tarjeta y por lo que sea te deshaces de ella, acabas inmediatamente con la posibilidad de tener los billetes, entradas o lo que quiera que hubieras comprado a no ser que claro, pongas a botar a todo el personal de la oficina pertinente. Tras asegurarnos de que teníamos entradas y de que las podíamos retirar sin problemas de taquilla cuando llegarábamos a ver la función, quedamos en que Bea nos recogía a las 8, porque la ópera era a las 9 y media. Entre unas cosas y otras salimos de casa a las 8 y cuarto,yo tuve que plancharme de forma improvisada mi vestido en la cama, y ya puestos me planché también la pierna: un dolor...Pero nostras estábamos tranquilas porque la ópera era a las nueve y media. Yo notaba que Bea no hablaba mucho, pero los viernes son duros para nosotras y lo achaqué a eso. Todo iba bien. Mariángeles ya estaba en Málaga con su amiga Carmen, y antes de acercarse al teatro decidieron llamar para ver por dónde estábamos: "Nosotras en el paseo de Reding, pero tranquilas que hay tiempo de sobra hasta las nueve y media...", en ese momento Bea apunta que la ópera era a las 9 y entonces eran menos cinco....... de lo demás no me acuerdo bien, sólo sé que corrimos, corrimos y corrimos, con taconazos, y planas, en cuesta y en llano con muchos años encima y sin ellos. Afortunadamente pudimos entrar, ventajas de no tener entradas de patio de butacas y en unos segundos estábamos en Japón casándonos con Pikerton por el rito bonzo.

2 comentarios:

Beatriz Pérez Doncel dijo...

Un aplauso por mi serenidad al volante ante la presión.
Y otro por lo monisísimas que íbamos.

pepe dijo...

ayyyy como me hubiera gustado tomarme unas tapitas en cortijo pepe despues del eventooo

un besazo enorme