viernes, 6 de junio de 2008

Nada por delante, nada por detrás




Mi afición a la natación comenzó casi por casualidad el otoño que me volví definitivamente a Vélez. Mi madre quería empezar a nadar para mejorar sus problemas de cervicales y yo que disponía de tanto tiempo libre por primera vez en toda mi vida, decidí acompañarla. Recuerdo que entrar no fue tarea fácil. La lista de espera parecía eterna el día que me acerqué a inscribirme, y recuerdo que albergábamos pocas esperanzas de que nos llamaran antes de que el año acabara. Pero sólo un mes después, mi madre y yo nos plantábamos en el ingenio para hacernos de nuestros respectivos equipos: bañador, gafas, gorro y chanclas. Por cierto que ese fue el primer viaje medio serio que hice yo solita con mi coche, y mi madre no hacía más que decir a las dependientas de todas las tiendas a las que entrábamos: "es que me ha traido mi hija en su coche", "oy que bien señora".
Nuestro primer día de natación fue como diría mi amigo Luis Belmonte, un sou. Mi madre gran artista de la pista, sin sus gafas de cinco dioptrías, esto es ciega; con los tapones puestos, ésto es sorda, y con su sentido de la orientación, ésto es tollo mareao; no paró hasta meterse en el vestuario de los chicos. Quien ha estado en las instalaciones de la piscina, sabe que el vestuario es digno de un juego de pista de nuestros buenos años mozos como scouts. Pero lo de meterse en el vestuario masculino desde el femenino, es para nota, y mi madre lo consiguió el primer día, no le quitemos mérito. Mira que se lo dije: mamá no te muevas de mi lado, que llegar hasta la piscina es complicado y tú estás impedida... pos cómo se las ingenió para meterse con las chicos en las duchas... ella se defendía diciéndoles que no se preocuparan que no veía nada... la cosa continúa,porque cuando llegamos finalmente a nuestra calle, el monitor se dirije a mi madre la lleva aparte, le quita los plastiquillos de las gafas que los llevaba colgando, y le dice que él cree que lleva el bañador al revés, esto es: espuma antiestética color bisón en partes nobles. Total que otra vez hubo que meterla dentro para que se cambiara sin soltarla de la manita para que no se quedara por el camino.
Después de la clase, ésto es depués de tragarnos media piscina, de pegarnos palos con todo; personas, muros, suelos, etc, y de tener nada más que ganas de morirnos, nos dimos cuenta de que habíamos olvidado meter ropa interior de recambio, con lo que hubimos de volver a casa prácticamente como Dios nos trajo al mundo.
Pese a tan desastroso comienzo y gracias a mi extraordinaria fuerza de voluntad, digna merecedora de toda una entrada en este blog, aún sigo iendo a la piscina y no exagero cuando afirmo que la natación ha cambiado mi vida. Allí me olvido de la rutina, del trabajo, del tráfico, del inglés,del dolorcillo del cuello, de la pelea con mi hermano, de la llamada que no se produce, del dinero gastado en la semana, de tó. A mí me pasa algo así como a la Martirio con la peineta y la mantilla, en poniéndome bañador, gorro y gafas, y lanzándome al agua con mi Juanito, mi Sebas, mi Alberto y mi Andrés a las órdenes de mi Migué, soy completamente feliz.

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