martes, 27 de mayo de 2008

Miss Wonder

Todo comenzó en la fiesta de Pepe hace un par de semanas. Nuestro Pepe se iba definitivamente de Málaga y él daba una fiesta en su casa para decirnos a todos adiós. La fiesta a la que nos enfrentábamos era un totum revolutum de familiares, amigos de antes que viven en Málaga, amigos de siempre de Granada que estaban obligados a decir adios a Pepe por tercera vez, y amigos nuevos. Yo hice una gran aportación y llevé a mi amigo Alf que a su vez llevó a su amigo Frank. La pandilla, por tanto se componía de Conde Bea, doña loca, alf, frank y una servidora.
Como en toda fiesta que se precie cayeron las anécdotas de mis tetas de siliconas ficticias, las de mis juegos de palabras (vientecito, bien te excito, etc), y la noche dio incluso para la anécdota del elefante, lo que nos da idea de la embergadura de la fiesta.
Al acontecimiento asisitió la hermana de Pepe, que trabaja en la planta joven del Corte Inglés, este dato que parece accesorio es el principio de toda esta historia. No sé cómo nos enfrascamos en una discusión sobre colores, Conde Bea y la hermana de Pepe llevaban para cualquier tío el mismo color de camiseta, pero a la vista de cualquier tía Bea iba de azul y Rocío de turquesa, ya sabeis, nada que ver. Eso hizo que Rocío viniera a presentarme sus wonder, unos vaqueros que vende ella misma que te hacen un culo de muerte! El nivel de persuasión de la hermana de mi amigo, por cierto:vaya motivación que da esa empresa a sus trabajadores que venden hasta fuera del horario laboral, y por supuesto, mi perfecta condición de fashion victim me llevaron a probarme sus pantalones en el servicio para verificar sus propiedades. Entonces fue difícil imaginarme un culo diez porque sus vaqueros me estaban grande, pero quedé lo suficientemente hipnotizada como para pasarme a la semana por la tienda y hacerme con unos de mi talla, cómo que no iba a tener yo unos wonder! El efecto, es espectacular y no salen nada caros, juzguen ustedes mismos:


martes, 20 de mayo de 2008

Doctor Águila

Mi tío fue médico, padre y esposo, estudioso, coleccionista y aficionado a los toros; y en este orden derrochó su sabiduría y paciencia con todos los que tuvimos el placer de conocerlo. Mi tío me llevó a comerme mi primera hamburguesa servida en caja de zapatos en Madrid, me dió a comer mi primer helado chupao en la playa de Torre del Mar, operó de urgencias a mi hamster Carlitos Niwanda salvándolo de una muerte segura, y antes de irse me explicó por qué todas las imágenes de Semana Santa miraban este último Viernes Santo para casa de la abuela y no para la suya, la nuestra.
Mi tío era el único capaz de hablarte de los hititas al hilo de una conversación sobre las tortas de aceite de Remedito "la caletera"y a reglón seguido soltarte sin tapujos que lo que le contabas ya se lo habías contado antes, aunque ese antes fuese probablemente años a.
Mi tío independientemente del día, la hora o el acontencimiento en cuestión, te atendía en consulta aunque él estuviera en Madrid y nosotros en la calle Fina, aunque fuese Noche Buena o su casa se viniera abajo de gente en Semana Santa, aunque retransmitieran toros o lo pillaras ordenando conchas o minerales. Él estaba ahí para decirte que no importaba si mi madre había dado a mi padre unas pastillas caducada de hacía meses, o si por lo contrario teníamos suficientes motivos para salir corriendo al hospital después de alguna trastada de mi hermano. Porque mi tío fue capaz de plantarse a un año de acabar química y decirle a su padre que lo que él quería de verdad, era ser médico, aún a sabiendas del hambre que iba a pasar, y fue médico con gusto a sardinas enlatadas.
Mi tío fue un tío estupendo, que tuvo que comprarse un local solo para meter los millones de regalos que en gratitud le hacían sus pacientes, que lo mismo le daba que en su casa se metieran 10 que 30, que si eran 40 también, y además se aprendía lo que bebías y de un año para otro te plantaba un "lo de siempre" como los camareros de confianza, pero sin pedir ni pagar. Mi tío era un mandao: compraba el pan, te llevaba donde hiciera falta, te invitaba a pescaíto, se iba con mi abuela a mirarla, porque a ella no le gusta que le des conversación, se vestía como le decíamos... un santo varón. Él, como decía María éstévez en el Juego de la verdad, siempre sabía estar en todos los sitios: en la playa, en el campo, en el pueblo, en la capital, en la consulta, en la casa, en la tierra y ahora en el cielo...

lunes, 19 de mayo de 2008

Me iluminé por dentro

Abrir mi puerta al mundo es lo que deseo hacer ahora desde este, mi blog. Justamente lo contrario que el poema de Emilio Prados en el que me inspiro para titularlo. Pero el concepto sigue siendo el mismo, después de un tiempo viviendo para dentro, de una etapa de sanación; ahora toca vivir para fuera, rodeada de inmensos cristales translúscidos que me dejen ver y enseñar lo que yo quiero.
A partir de ahora cuento.