viernes, 20 de marzo de 2009

A tí amigo funcionario



Querido amigo funcionario:
tú que vienes en nombre de delegación, llegas, das tus clases y te vas. Tú que sólo sabes coger una tiza y seguir tu libro de texto. Tú que no conjugas la actividad extraescolar o complementaria, te ríes como hiena en celo de todo el que se preocupa de hacerlas, y además te sabes quitar como nadie de enmedio llegado el momento. Tú que te niegas a echar un minuto más de lo que dice tu horario porque no te lo pagan. Tú que vives y reinas en tu departamento y no sabes lo es que echar unas risas con tus compañeros. Tú que andas con la cara arrastrando por los pasillos y empleas el tiempo libre del que dices carecer, en estudiarte la ley al dedillo para echar por tierra el trabajo de todos y tenernos enfrascados en discusiones absurdas claustro tras claustro. Tú que presumes de profesionalidad porque gastas más fotocopias que nadie, llegas siempre el primero, entregas la programación antes de tiempo y justificas tus numerosos suspensos en la falta general de nivel. Tú que estás hecho de otra madera porque no sabes lo que es una tutoría, ni salir un viernes a última hora ni entrar un lunes a primera, y acumulas por razones que se me escapan millones de horas de redución. Tú que cuentas con el beneplácito forzado de la directiva que evita enfrentarse a tí a toda costa confiado en que llegue ese concurso brillante por el que finalmente consigamos librarnos de tí.
Tú, que moras en cualquiera de los centros a los que soy destinada, que te burlas de mi asignatura de tirititera, y te beneficias de mi entusiasmo juvenil, ten piedad de nosotros. AMÉN.

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